Acercándome al mundo angélico (parte 2)
- ReINVENTATE
- 4 feb 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 feb 2018

Tal y como lo habíamos mencionado la semana pasada, el primer factor para empezar mi acercamiento con los ángeles es el Desear Comunicarse con ellos de una manera autentica y personal; recordemos que la mejor manera es abrir nuestro corazón y llamar a nuestros ángeles para que nos acompañen en las situaciones de la vida cotidiana, es iniciar una comunicación permanente y cercana.
Hoy vamos a continuar nuestro recorrido por otro factor que desde nuestras experiencias ha sido significativos para encontrar esa conexión con el mundo angélico.
El segundo factor es:
Vivir la Vida desde la Compasión
He logrado entender que cuando enfoco mi vida desde la compasión, en últimas lo que estoy brindando a mí misma y a mi entorno es un poco de amor. En la medida que empecemos a observarnos a nosotros mismos, a los demás y a nuestro entorno sin juicios y discriminación, vamos a asumir una actitud de mayor aceptación y comprensión que finalmente nos va a llevar a entrar en armonía con el universo y a relacionarnos amorosamente, brindando respeto y paz en nuestros diferentes espacios.
Cuando se habla de Compasión, debemos entender que vivimos en un planeta dentro de un gran universo en donde todo está conectado. Así que, cuando existe la preocupación sobre la forma en que puedo cuidar y ayudar a los demás, automáticamente se genera un fenómeno en masa que conlleva a establecer relaciones positivas basadas en el apoyo, la camaradería y la reconciliación.
En últimas, ese tipo de relaciones presentes en mi vida me van a permitir encontrar estados de paz y calma dentro de mi verdadero ser. Lo anterior significa que me empiezo a ver beneficiado como ser humano cuando sano todos esos vínculos que he generado desde mi niñez, cuando comienzo a trabajar en la liberación de la ira y de todos esos sentimientos negativos y por el contrario me esfuerzo en reciclar emociones para llenarme de sentimientos como la gratitud, el perdón y precisamente la compasión.
Cuando entiendo que los otros seres humanos realmente no son ajenos a mí, que por el contrario todos somos uno con el universo y compartimos el mismo espíritu, es ese momento cuando comienzo a ver con ojos compasivos a mi prójimo y se hace muy fácil sentir esa conexión desde el amor verdadero.
Un ejercicio que podemos empezar a practicar, es actuar de manera consciente orientando nuestras acciones en ayudar a las personas con las que me relaciono cada día, puedo pensar en hacer esas cosas que a mí misma me gustaría recibir de los demás. Un ejemplo es tomar consciencia de siempre saludar, siempre tener una sonrisa para toda persona y dedicar verdadero tiempo a cada ser que necesite ser escuchado.
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